Un acto de terror sin precedentes ha sacudido la tranquila noche en Krasnogorsk, una ciudad cercana a Moscú, cuando entre dos y cinco individuos armados irrumpieron en la sala Crocus City Hall durante un concierto, desatando una ola de violencia y destrucción que ha dejado una marcada huella de dolor y sufrimiento en la comunidad.
El fatídico episodio comenzó antes incluso de que la música pudiera llenar el aire, cuando los terroristas, vestidos con ropa de camuflaje, penetraron en el vestíbulo del recinto y abrieron fuego indiscriminadamente contra los asistentes. Los guardias de seguridad, desarmados ante la magnitud del ataque, se convirtieron en las primeras víctimas de esta tragedia.
La confusión y el pánico se apoderaron de la multitud, que, en medio de la oscuridad y el estruendo de las balas, se vio obligada a enfrentar una realidad impensable. Testimonios de sobrevivientes describen una estampida frenética, con personas corriendo hacia las salidas en busca de seguridad, mientras que otros se refugiaban donde podían, rezando por un milagro en medio del caos.
Las imágenes publicadas en redes sociales muestran escenas desgarradoras de personas heridas tendidas en el suelo, mientras que las llamas consumen el entorno, creando una pesadilla de proporciones inimaginables. El número de víctimas, inicialmente estimado en 40 muertos y un centenar de heridos, ha aumentado dramáticamente, con cifras que superan las 93 vidas perdidas, incluidos niños, y un número aún mayor de personas gravemente heridas.
La magnitud de la tragedia ha movilizado a las autoridades locales y a los servicios de emergencia, que trabajan incansablemente para brindar asistencia médica y apoyo a las víctimas y sus familias.
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